Love Birds

POST ACTUALIZADO: haz clik para ver Love Birds, el último corto de Alberto Adsuara para el que he tenido el placer de componer la música. Su duración es de unos 10 mn aproximadamente y por eso, antes de ponerme a componer o improvisar, en esta ocasión se hace necesario proyectar un guión sonoro que trabaje al servicio de las imágenes en los distintos momentos dramáticos a lo largo del metraje. El realizador sabe lo que quiere y eso agiliza el trabajo enormemente: establecemos un primer boceto ya bastante preciso en cuanto a los tiempos, las connotaciones del sonido y también los imprescindibles silencios, que se fue concretando hasta el resultado que hoy presento.  Aquí para ver el corto, y más abajo enlace a los dos temas principales junto a un par de los inquietantes fotogramas que acompañan.

(click sobre el título para oír >)  Love Birds – Blues 

Para la escena del baile de la protagonista, un blues muy sencillo de progresión clásica que se va “ensuciando” y espesando  a medida que avanza junto a las imágenes y se mezcla con las voces en el corto. Al contrario de lo que sería más lógico (que la actriz baile al son de la pieza), las circunstancias obligaron a componer esta -más que nunca- “falsa diégesis” al son de una danza previamente rodada, adaptándose a su tempo y su sensualidad.

Separado de las imágenes y la pista de sonido propio (un diálogo emitido por una televisión, que funciona ya a su vez tanto como falsa pista diegética, como como pieza incidental durante el corto),  el final de mi composición tal vez parezca un tanto injustificado, pero invito a oirlo en su contexto más adelante.

(click sobre el título para oír >)  Love Birds – TV music box 

Un batir de alas, el alboroto de unas gaviotas que parecen reirse de la protagonista, el crepitar del fuego: también aquí incorporo sonidos reales a un tema que en esta ocasión es totalmente incidental. Sobre una secuencia de notas básicas que reproducen la melodía anónima clásica de los eventos en el circo, las ferias, las tómbolas, las tragaperras (el director escoge el camino), me hipnotizo a mí misma mientras voy añadiendo capas de piano, jugando a ocupar los huecos del tiempo que marca el metrónomo, persiguiendo intersticios y solapamientos; aplicándome al día siguiente simplemente a deshacer los nudos de la red que tejió la suerte principalmente sola.

El tema debía sonar ligero y despreocupado… aparentemente.  No sé si he conseguido lo que también pretendía: que el ostinato resulte obsesivo, hipnótico, como la melodía de las cajas de música, como las pantallas de televisión. Como la protagonista de LoveBirds...

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